miércoles, 26 de junio de 2013

Libertad Arrinconada

Por: Javier Alejandro Ramos

¿Es sintomático que a casi 30 años de la fecha que dio origen al título del memorable libro de George Orwell "1984" se estén produciendo en el mundo revueltas que claman por la libertad de pensamiento y expresión, mientras hay poderes que tratan de acallarlas? El reciente caso de Edward Snowden parece graficar que si.


 El ex analista informático norteamericano que trabajó con la CIA (una especie de Jack Ryan, el personaje al que dieran vida Harrison Ford, Alec Baldwin y Ben Affleck en varias películas) es protagonista de una de las cacerías más sofisticadas de la historia de la humanidad, pues los Estados Unidos consideran que es poseedor de información altamente sensible que podría perjudicar los cimientos sobre los que se basa la "seguridad" de su imperio, que no son otra cosa que acceso a fuentes que revelan los planes para mantener espiado todo el planeta a través de los sistemas virtuales en boga hoy en día.

Ni más ni menos que la lucha entre el Gran Hermano del libro de Orwell, que todo lo observa y controla, y Emmanuel Goldstein, líder de una resistencia que se niega a ser sometida a lavados cerebrales y cánones autoritarios hasta para cómo pensar, y que como Snowden, tiene referentes en nuestra historia reciente en Julian Assange, autor de los Wikileaks, cuya vida también corre peligro por desmontar una serie de situaciones que pusieron en aprietos las altas cúpulas del poder en el mundo, y revelarlas, así como en Anonymous, una "secta" de expertos en informática que boicotea sistemas digitales, webs y portales gubernamentales en protesta por la implementación de mecanismos que buscan controlar el pensamiento y la libertad de expresión en las redes sociales, como la llamada Ley SOPA.

Este tipo de situaciones no hacen sino mantener vigente la obra-denuncia de Orwell. El individuo contra el sistema. Quien tiene el poder controla la verdad. La manipulación de ésta para controlar el Estado, y por ende los recursos financieros, militares y productivos de la sociedad, implementando de ser necesario el terror para que exista una dependencia de los gobernados hacia los gobernantes. Ni más ni menos que lo que ha pasado en la historia reciente de nuestra patria durante el fujimorismo, o yendo un poco más allá, sigue pasando en Venezuela, aún tras la muerte de Hugo Chávez.

Julian Assange, que se encuentra asilado en la embajada ecuatoriana de Londres, viene prestando asistencia a través de su organización WikiLeaks a Snowden a quien el gobierno de Obama quiere extraditar cueste lo que cueste.

Assange ha asegurado que se encuentra a salvo, que la ruta Hong  Kong - Rusia fue dificil, y que pese a las presiones nortemericanas, el analista dejará Moscú y viajará a Ecuador para asilarse, aunque también hay un ofrecimiento del presidente venezolano Nicolás Maduro en ese sentido, así como de Islandia. Assange, por su parte, es reclamado en Suecia para enfrentar un juicio por supuestos delitos sexuales, que él ha rechazado.

El pasado 9 de junio, Snowden reveló al diario británico El Guardian y al estadounidense Washington Post, que la NSA (Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos) y el FBI tienen en su poder millones de registros telefónicos amparados en la llamada Ley Patriota, aprobada tras los atentados del 11 de Septiembre del 2001.  Las investigaciones periodísticas efectuadas gracias a las revelaciones de Snowden concluyen que la NSA tiene un programa llamado PRISM, que permite acceder a los servidores de Google, Facebook, Microsft, Apple, y otras 5 grandes corporaciones para espiar contactos, con el pretexto de buscar sospechosos de terrorismo.

Según estimaciones de expertos en seguridad estadounidenses Snowden se ha llevado entre 200 y un millar de documentos secretos (entre ellos el mapa de campo de la red global de espionaje norteamericana), y su alianza con Assange significa, para el gobierno americano, no sólo un abierto desacato a las leyes, sino toda la intención de hacerlos públicos. Y no tienen intención de permitirlo, pues señalan que los efectos de su divulgación podrían ser devastadores.

Situaciones como ésta nos hacen preguntarnos si el llamado adalid de los derechos humanos en el mundo respetará los de este joven como ha "respetado" los de Asange y tantas otras personas incómodas al sistema.

¿El mundo se dirige a tener estados policíacos, controlistas al extremo, en el que se anulen los derechos ciudadanos en beneficio de un sistema que ha demostrado ser injusto muchas veces? ¿No es posible que los hombres y mujeres puedan protestar por algo que afecta la fibra más íntima de la humanidad, como es la libertad?

No es solo el caso de Anonymous, Snowden y Assange. Hay muchos otros movimientos en el planeta como Intelectuales, Inconformes, Occupy Wall Street, y personas de la talla de los cineastas Oliver Stone y Michael Moore, el filosofo mexicano Fernando Buen Abad, el activista Noam Chomsky, el poeta y músico Zach de la Rosa, y más, que denuncian lo mismo.

Un 20% de la población latinoamericana vive sin libertad de prensa o con medios intimidados, según un reciente informe del grupo independiente Freedom House. Los casos más saltantes son los de Cuba, Honduras, Venezuela, Ecuador, Paraguay y zonas importantes de los Estados Mexicanos. En Argentina hay también un declive. El continente no está en los niveles de Bielorrusia, Irán, Guinea Ecuatorial, Eritrea o Corea del Norte, pero es un llamado de alerta a tener en cuenta, incluso en nuestro país, donde hay tibios intentos de marcarle la agenda a la prensa libre.









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