viernes, 18 de marzo de 2016

Spotlight, el triunfo del realismo



Por: Javier Alejandro Ramos 

En la noche del pasado 28 de febrero, Hollywood privilegió el realismo por sobre la grandiosidad en los escenarios de las producciones y la parafernalia de los efectos visuales.



Spotlight (En primera plana) se llevó el Óscar a Mejor Película con todos los merecimientos, aunque haya causado cierta desazón entre quienes veían como favoritas a El renacido (con un también revivido Leonardo DiCaprio) o Mad Max: furia en la carretera, trepidante corolario posnuclear a una saga que hizo conocido en el mundo al cineasta australiano George Miller hace unos 30 años.


El triunfo de Spotlight no fue sorpresivo. Es una obra maestra en la que se mezclan el suspenso, bien dosificado, con notables actuaciones, y un guion que explica claramente y sin ambages la cruzada de un grupo de periodistas por destapar una serie de sonados casos de pederastia por parte de casi un centenar de sacerdotes católicos en la conservadora ciudad de Boston, sacudiendo la conciencia de toda la nación estadounidense.


Sin llegar a ser un caso de investigación periodística como el de Bernstein y Woodward en el Washington Post, que originara en 1974 la dimisión del entonces presidente estadounidense Richard Nixon tras el escándalo Watergate, la pesquisa del Boston Globe a través de su unidad de investigación, llamada Spotlight, significó para sus responsables el codiciado y prestigioso Premio Pulitzer.



Curiosamente, mientras en el Washington Post el editor general era Benjamin Bradlee, décadas después en el Boston Globe, quien capitaneaba el equipo de reporteros llevaba el mismo nombre, Ben Bradlee Jr., aunque sin parentesco con el legendario hombre de prensa que hizo renunciar a un jefe de Estado e hizo tambalear a su gobierno, y que falleciera en el 2014.


Narrada con sencillez pero con efectividad, la cinta de Thomas McCarthy por momentos parece un episodio de serie televisiva, y se centra bastante más en los periodistas que en los curas pedófilos, pero en conjunto es un sólido drama que absorbe al espectador desde un inicio, que se identifica con los hombres de prensa en su tenso trajinar para destapar uno de los casos de encubrimiento criminal más abyectos que existen por venir de donde vienen, y que es muy actual, pues en la Iglesia católica el tema ha sido motivo de múltiples fricciones entre los últimos tres papas y dirigentes del clero.


Y para los periodistas, el filme da en la yema del gusto, pues configura un relato redondo coronado con el éxito, a la vez que en todo momento se respira ese olor a redacción tan familiar para quienes dedican su vida a la obtención y difusión de primicias informativas. Sin duda, estamos ante un filme que obtuvo merecidamente el premio
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