martes, 6 de noviembre de 2012

El Club de la Confraternidad Periodistica

El Club de Periodistas del Perú y yo nacimos en la segunda semana de noviembre de algunas décadas atrás, específicamente a comienzos de los años '60 del siglo XX, por lo que puedo decir que tenemos muchas cosas en común, aparte de la edad.



En aquellos años, pocas familias capitalinas contaban con un televisor, y la estrella de las casas era indiscutiblemente la radio, donde sonaban los Beatles para el oído entrenado de los anglomelómanos, y Raphael para quienes gustaban de la música en nuestro idioma. Estos intérpretes habían heredado la preferencia de los oyentes, que años antes suspiraban por los compases frenéticos de Elvis Presley o las melodías cargadas de romanticismo de Los Panchos.

Así fue que Alejandro Borboy y Pepe Velásquez, junto a otros colegas, formaron la institución que hoy agrupa a casi dos centenares de hombres y mujeres de prensa de todas las generaciones, y de distintas ramas del periodismo, y que se ha convertido en ameno instrumento para la recreación y el intercambio de experiencias entre quienes abrazamos la vocación de ser periodistas.

En momentos que nuestras organizaciones gremiales representativas (Federación de Periodistas, Colegio de Periodistas) se debaten en una grave crisis institucional y dirigencial, en el Club impera la convergencia, se prioriza el reencuentro amical, se discute alturadamente sobre temas de importancia nacional, y se agasaja el profesionalismo y la trayectoria de nuestros maestros, como se hiciera con Alfonso Grados Bertorini, el Chino Domiguez, Enrique Zileri, César Levano, Humberto "el Chivo" Castillo, Maruja Venegas y tantos otros.



El Club de Periodistas del Perú ha servido para dar por terminadas viejas rencillas entre hombres de prensa,  distanciados a causa de la política, la religión, la opinión divergente sobre arte y cultura, deporte o dinero; y ha sido escenario de reconciliaciones memorables, así como de visitas de los más importantes dirigentes políticos del país, de periodistas que radican en otras latitudes, y de cultores de diversas disciplinas sociales que bien han sabido llevar el apelativo de "amigos de los periodistas".

Gracias a la revista "Que Tal!", que con tesonera terquedad ha venido editando en los últimos años el Past Presidente Domingo Tamariz Lúcar, hemos podido enterarnos de las últimas novedades de nuestros colegas: Qué libros han escrito y presentado, en qué conferencias han participado, qué programas radiales o televisivos conducirán, qué logros y reconocimientos han alcanzado recientemente, etc.



Los periodistas de calle y los de escritorio, quienes aprendimos el oficio durante las madrugadas y frente a una máquina de escribir mecánica con carillas milimetradas y papel carbón, en una época en la que aún no se habían inventado los celulares y mucho menos el Internet, tenemos la oportunidad, gracias a los mensuales almuerzos del Club, de reencontrarnos con entrañables amigos de toda la vida, y departir con jóvenes colegas de esta época de modernidad tecnológica.

"Todo tiempo pasado fue mejor" reza una sentencia que aprendimos en esas redacciones por las que transitamos en nuestros años mozos, de donde partíamos para cubrir la noticia, entrevistar los más disímiles personajes de la historia patria y de otras naciones, como también para relajarnos con un bohemio vaso de licor en el Superba de Lince, el Queirolo del jirón Quilca o la Peña La Valentina, e incluso para robarle unas horas al deber o al sueño para enamorarnos de alguien a quien no le conveníamos.



Sin embargo, gracias precisamente a "Taquito" Tamariz, al ex Presidente Juan Gargurevich y su directiva, y a la actual gestión que lidera Alejandro Sakuda, podemos afirmar que este tiempo también es bueno, pues nos ha permitido confundirnos en sinceros abrazos con quienes antes competíamos por la primicia, y hoy somos simplemente los amigos que siempre debimos ser. El Club es ahora nuestra casa, nos espera cada mes para rememorar pasadas glorias, festejar las victorias de las nuevas generaciones de periodistas, y guardar un minuto de silencio por aquellos que partieron al más allá llevándonos la delantera.

A eso se debe esta sencilla crónica, que sólo busca expresar mi saludo fraterno a mis colegas y amigos, en este aniversario, que coincide con el de mi nacimiento, en el que hago votos para que la entrañable institución que nos acoge siga el rumbo trazado y nos sobreviva con la alegría y vitalidad que viene demostrando hasta ahora. (Javier Alejandro Ramos)











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