Por: Javier Alejandro Ramos
Conocí a la talentosa poeta Maoli Mao en Barranco, a comienzos del año pasado. Me sorprendió de ella su expresividad al escribir, lo bien que maneja el idioma, su perfeccionismo, su compromiso con muchos temas sociales de los que muchas veces los escritores prefieren abstraerse. Conversar con Maoli, ser testigo de su fácil y luminosa sonrisa y de cómo trabaja en la creación de un poema durante toda una noche, porque quiere leerlo al día siguiente en un evento, han hecho que la valore y aprecie como persona y la admire en el plano profesional.
Maoli Mao habla con pasión de la pasión. Del amor, del sexo, de la gente. En suma, es una exploradora en busca siempre de la felicidad. Alcanzar la felicidad es un anhelo legítimo, empezando desde la niñez. Esa felicidad, nuestro paraíso personal, puede ser el matrimonio, la relación con los padres y parientes más cercanos, los placeres más intensos o el acercamiento a Dios. Pero, como en
Siendo así de efímera la felicidad en nuestra vida, Maoli Mao nos presenta en los poemas de su último libro, la redención de esos paraísos en sombras. Para ello conjuga acertadamente lo sensorial y lo descriptivo, los recuerdos y las reflexiones. Y lo hace apelando a los recursos poéticos más clásicos (metáforas, imágenes, símiles y símbolos), así como a un lenguaje sencillo y funcional, capaz de transmitir las más intensas emociones a los lectores.
"Paraiso en Sombras", editado por el Grupo Editorial Mesa Redonda, será presentado en Lima el próximo 6 de Diciembre. El escenario será la UTP. Antes, el 24 de Noviembre, Maoli participará en el I Encuentro de Escritores: Ica, Tierra de la Eterna Inspiración.
A continuación, uno de sus poemas, que es parte de su último libro, "Paraíso en Sombras"
EL AMOR
Quieto estás y apenas a veces te miro.
Solo te inquietas con cada atisbo de mis ojos sobre tus hombros.
¿O es la copa que abraza siempre tus aguas tibias?
No lo sé, pero luego sonríes burbujeando.
Ahora entiendo
ya no es la copa, tampoco es mi mirada
ni mis deseos por sorberte en una bocanada.
Es el amor que soplando desde el mar
subió sobre el balcón de nogal
y nos aprisiona en una noche.
Sin advertir nos embruja
nos embriaga sin mosto ni morapio
para luego arrullarnos
olvidando la copa llena sobre la mesa
Así como el vino está hecho
para el paladar y la copa para el vino
así el amor sobre mi pecho
Sin el vino, sin la mesa, sin el mar
sencillamente algunas veces sube
sobre el balcón y nos atrapa.
Quieto estás y apenas a veces te miro.
Solo te inquietas con cada atisbo de mis ojos sobre tus hombros.
¿O es la copa que abraza siempre tus aguas tibias?
No lo sé, pero luego sonríes burbujeando.
Ahora entiendo
ya no es la copa, tampoco es mi mirada
ni mis deseos por sorberte en una bocanada.
Es el amor que soplando desde el mar
subió sobre el balcón de nogal
y nos aprisiona en una noche.
Sin advertir nos embruja
nos embriaga sin mosto ni morapio
para luego arrullarnos
olvidando la copa llena sobre la mesa
Así como el vino está hecho
para el paladar y la copa para el vino
así el amor sobre mi pecho
Sin el vino, sin la mesa, sin el mar
sencillamente algunas veces sube
sobre el balcón y nos atrapa.
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