domingo, 7 de noviembre de 2010

HOMBRE Y MUJER: LA ETERNA DICOTOMÍA


Por: Javier Alejandro Ramos

Introducción




El siguiente ensayo o artículo, como prefieran llamarlo, está hecho absolutamente en joda. Valga la aclaración pues, como a la hora de ser redactado se utilizaron figuras literarias de no muy común uso entre el vulgo peruano, consuetudinario lector de periódicos baratos, así como un tono humorístico, irónico, desfachatado, al punto de que podría ser considerado machista y antediluviano, es mejor señalar todo esto ahora antes de herir susceptibilidades suspicaces y perspicaces.

Lo que se ha querido es, utilizando mecanismos jocosos y traviesos, mostrar “sin querer queriendo” las eternas diferencias entre los dos géneros que se le ocurrió inventar a nuestro Creador un domingo que no había deporte ni espectáculo que le quitara el aburrimiento, por lo que se dedicó a construir lo que sería el más grande problema que se le presentara al Hombre en toda la historia de la Humanidad: la Mujer.

Sin embargo, como yo también he tenido y puedo volver a tener ese dulce y a la vez incomprensible problema en casa, he decidido escribir en tercera persona (que es como dice mi ex mujer que evado la responsabilidad de mis sospechosos y vergonzosos actos) para así minimizar los daños en mi cada vez más auto estimada persona.

Por eso, la siguiente frase, con la que concluyo este prólogo (inspirado, debo ser honesto, en mis deliciosas lecturas del gran filósofo peruano Sofocleto), debe bastar para alejar toda duda o sospecha de la mente inquisitiva que cohabite conmigo alguna vez, bajo el mismo techo y, espero, bajo la misma sábana: “El autor de esta obra no se responsabiliza por las ideas, conceptos, expresiones y teorías vertidas por el autor, en la presente obra”. He dicho.

Capitulo 1
En la época de las cavernas

Coincido con el visionario naturalista que acuñó la legendaria frase: “El hombre desciende del mono, y el mono desciende del árbol”. Pero, ¿Qué explicación hay para la aparición del género femenino sobre la faz de la tierra?¿Cuándo, que no sea en la romántica parábola sobre la costilla de Adán de la que salió Eva, descrita con tanto detalle en el Génesis como para ser verdad, el primer Hombre se topó con la horma de su zapato, es decir “la mujer de su vida”, a la vez que, desconcertado, despertaba a la realidad de que también había: madres controladoras, hermanas vividoras, hijas en desarrollo genético genital, cuñadas agraciadas y de las que no lo son tanto, ¡suegras!, etc, etc, etc?.

Lo cierto es que un buen día, en que volvía a su solitaria caverna a tirarse a roncar tras una jornada normal de chamba peleando cuerpo a cuerpo contra algún reptil o mamífero enorme que se resistía a convertirse en cena, sus ojos bajo la enmarañada selva que eran sus cejas, (y su cara toda, pues no se había inventado aún la Gillete, la Schick o la Colt) se cruzaron con los de otro congénere suyo (todos eran iguales, una bola de pelos malolientes y gruñones)…Pero este ser era diferente…Era más delgado, más blanco, más fino, apestaba menos que él, tenía unas formas que él mismo no había desarrollado pese al permanente ejercicio que significaba matar a diario y mantenerse vivo…¿Qué había pasado? ¿Quién era?

Simple…En aquella época ya existían los hombres y las mujeres…pero ni cuenta se habían dado….por inercia dormían todos juntos, apretados en invierno para soportar el frío, y aunque la sensaciones experimentadas en aquellas lóbregas noches eran parecidas a comerse una exquisita lagartija en salsa de sesos de burro muerto a pedradas, poco tiempo después (unos 9 meses) aparecía junto al más obeso de los miembros del clan un enano chillón, al que amamantaban los simios que siempre rondaban por ahí, mientras ese ser obeso sentía un gran alivio, podía moverse más ágilmente tras haber pasado la eterna indigestión que había padecido por casi un año, y al mirarse en el reflejo de las pantanosas aguas de las que bebía, se veía muchísimo más esbelto.

Pero volvamos a nuestro cavernícola, que al regresar a su cueva, cruzó su mirada con la del vecino en el que casi no había reparado. Resulta que quien vivía en una caverna cercana a la suya no había cazado en días debido a una extraña enfermedad: No le dolía nada en realidad pero inexplicablemente andaba goteando sangre desde hacía tres o cuatro jornadas, y eso le había puesto débil pues no había comido…Deambulando en busca de algún roedor o insecto con el que engañar el estómago, la debilidad lo acercó al pozo de aguas turbias y estancadas…y se cayó en él.

Si bien corrió el riesgo de desintegrarse, porque los ácidos y óxidos que emanan de un cuerpo que pese a estar vivo está en franco proceso de descomposición, unido al agua putrefacta, pudieron causar una hecatombe nuclear, felizmente no fue así…y en su desesperado intento por salir del agua, LA MUJER que había tras la bola de pelos sebosos y la carca de más de veinte años, se bañó sin darse cuenta.

Aunque el aroma que ahora emergía de ese cuerpo femenino no era precisamente el de un jabón español o el de un perfume francés, sino que se parecía más al de una mofeta griega o al de un primate congolés…había algo distinto en ella, y el homo erectus no dejó de percibirlo.


Pero como el romance aún no se había inventado tampoco, con todos sus requiebres y prolegómenos, con sus cortejos y coqueteos, el macho de la especie apeló al más sencillo argumento del que disponía, y que nunca le había fallado para conseguir lo que quería: el garrotazo en el occipital.




Y así, la arrastró de los pelos al fondo de su caverna y comenzó a olisquearla…a lamerla, a tocarla suavemente para descubrir la razón de sus redondeces, tan distintas a las suyas…y sus investigaciones surtieron efecto: la MUJER  se despertó con sensaciones placenteras al sentir los toquecitos, lamidas, miradas y respiradas del bruto junto a ella, y ¡cataplún!, entregó cuerpo y alma, volviendo bizco al peludo, que se sintió más grande que King Kong y más poderoso que el mortífero tiranosaurio.

Con guturales sonidos, ambos, días después (saciados de amor y sexo, que les quitó no sólo la caparazón de mugre del cuerpo, sino las telarañas del cerebro) se dedicaron a evangelizar a sus vecinos, instándolos primero a reconocerse como hombres o mujeres (los bisexuales y los homosexuales aún no se habían inventado tampoco, para variar), y a gozar de la vida, chico, como dicen los cubanos de todas las generaciones.

Pese a las pedradas, cáscaras de plátano y uno que otro perro muerto que les aventaban los estúpidos asistentes a sus mítines, el mensaje fue haciéndose carne entre los oyentes, y éstos fueron descubriendo que la pasaban mejor entre dos, siendo uno de sexo distinto al otro, y que el descubrimiento mutuo de sus afinidades y divergencias hacían mucho más rica la experiencia, llevándolos a planos casi místicos, y aunque el resultado casi siempre era otro enano chillón, al menos sabían que éste ya no era un gas o el producto de una indigestión por no masticar los huesos del reptil que se tragaban, sino que era fruto del amor.

Sin embargo, esta idílica época no duro mucho. En algún momento de la historia, las diferencias entre hombres y mujeres se agudizaron al punto de fundarse dos partidos prácticamente irreconciliables: los machistas y las feministas.

Veremos más adelante cómo las suegras se convirtieron en origen de muchas de las disociaciones experimentadas por las parejas por los siglos de los siglos, amén; estudiaremos el tema de la infidelidad tanto en su versión chabacana y culpable por parte del varón, como conchuda y decoradora (por los cachos) si es cometida por la fémina, y analizaremos rigurosamente, en una valiente y comprometida gesta en aras de la evolución de la humanidad, el tema del sexo, para romper esquemas estúpidos anquilosados en el tiempo y destrozar tabúes que sólo han causado la infelicidad de tantísimas parejas en este planeta que Dios dejó girando a su libre albedrío.

En este aspecto, será importante ver el capítulo en el que revelamos lo que pasó con la miserable vida de los pobres hombres cuando las mujeres descubrieron el enorme poder de su sexo, y comenzaron a usarlo como arma o herramienta para conseguir la joya más bonita y más cara, el viaje soñado, la ropa o la casa más distinguida…en una palabra, para someterlo a sus deseos, caprichos y ambiciones.

Es ahí cuando el floreciente romance se jodió para dar paso al práctico matriarcado fruto del mero comercio de especies sensacionales (que viene de sensaciones y sensualidad). Sí, el hombre tendrá mil y un defectos, como también corroboraremos más adelante, pero la mujer (que dice que madura más precozmente que el varón, que se autodefine más inteligente y hasta más fuerte y valiente que el macho porque está habituada a parir mientras él se desmaya ante una aguja), empezó en la época de las cavernas, aprendió luego más siendo la sofisticada cortesana del siglo XVII, y se consagró como ejecutiva del mundo moderno. ¿En qué? Descubrió el poder que tiene entre sus piernas (además de obviamente otros talentos) y actuó en consecuencia, muchas veces con premeditación, alevosía y ventaja.

Suficiente. Basta de intriga. A leer los siguientes capítulos.

Capítulo 2
Ser hombre es….

A las féminas que abren esta revolucionaria obra, les adelanto que no tienen que saltearse este capítulo. No encontrarán en él detalles asquerosos sobre los habituales comportamientos del ser salvaje llamado Hombre, como comerse las uñas negras, hurgarse la nariz para quitarse los mocos o arrancarse los pelitos de las fosas nasales, sobarse la panza, rascarse los huérfanos, emitir descargas gaseosas desde la garganta o desde más abajo del coccis una vez lleno el buche, hacerse líos sobre si la tapa el inodoro debe quedar abierta o cerrada una vez desaguada la vejiga, y algunas otras pequeñeces que, sin embargo, desesperan tanto a una mujer como el que haya una realización de zapatos en la tienda más cara y, resulta que tiene ampollas en carne viva en los pies, o se ha gastado hasta el último céntimo de la billetera o la tarjeta de crédito en el último té de tías con las amigas, en el que por cierto comió una galleta de más y ahora se siente tan voluminosa como la cantante argentina María Martha Serra Lima.

Este capítulo es un imprescindible compendio de tips para las damas. No conocerán mejor a su hombre. ¿Acaso no piensan ellas que los libros y los test son la mejor manera de saber cómo es el espécimen que vive con nosotros?...Y para los hombres servirá como una reafirmación de su virilidad, por si el virus ese del closet abierto en el que puede pasar de todo ha estado rondando su cerebelo y alguna otra parte de su organismo.

Bueno. Hombres hay varias clases. Y también subclases. Están los que siempre serán hijitos de mamá, esos que pasan del yugo materno al del matrimonio como una res o un pollo se trasladan de un corral a otro, con una  pasiva indiferencia por su estado, absolutamente conformista. Son aquellos que nacieron para ser dirigidos, arreados, controlados. 

También están los mandones. Autoritarios, nunca se equivocan, no dejan ni pensar a su pareja. Son controladores, posesivos, celosos, impacientes, tercos, caprichosos, resentidos, y todo lo que Rocío Jurado describía en su balada “Ese Hombre”.

Hay los tímidos, que se ruborizan cuando una mujer fea o bonita los mira con una sonrisa o como a un insecto. Hay los eléctricos, que desde chiquitos se las ingenian para durante los juegos infantiles en el jardín de la infancia mirarle los forros a la “miss”. También existen los absolutamente fieles, conocidos como “ratón de un solo hueco”, incapaces de siquiera pensar en otra mujer, más por pánico al descalabro encefalocraneano que saben que sufrirán, que por convicción. 

En contraposición están los infieles de campeonato, que siguen coleccionando mujeres aún después del sagrado vínculo matrimonial, “para no perder la costumbre”, o “porque si no lo hago se puede pensar que soy raro, pues compadre”. Una compulsión irrefrenable por conquistar a una nueva presa los empuja a meterse en situaciones no sólo reñidas con la moral, sino que atentatoria contra su propia seguridad y lo que es peor, contra los sentimientos de la pobre mujer que los quiere, y a quien consideran oligofrénica, caída del níspero, porque creen que nunca se enterará de sus andanzas en otras alcobas.





Una sub  especie de esta clase de hombre, mejorada por la tecnología, habita peligrosamente en nuestros días las redes sociales, "el poeta romántico". Dotado de una labia, un floro admirables, escribe tiernamente conectando con su supuesto lado femenino a las mujeres, que comienzan a confiarle confidencias sobre su solitario estado, sean solteronas, viudas, separadas hace tiempo o casadas con marido indiferente, y zas! al poco tiempo las hacen caer redonditas. Si el hombre es de los cazadores solitarios, sin pareja, se despacha entre 10 y 12 féminas diferentes al año, y si tiene compromiso, con unita cada cierto tiempo, ya obtuvo ganancia según su óptica.

Y es que el hombre inteligente que ha madurado convenientemente para administrar sus emociones y ser totalmente práctico, sea casado, soltero, divorciado o viudo, descubrió hace tiempo que el punto G de la mujer no está en el cuello, los muslos, los senos o los genitales, sino en el oído. Así como el pez por la boca muere, la mujer caerá a los pies del hombre por su oreja. 


Claro, el conquistador por antonomasia no podría lograr su objetivo sin la entusiasta colaboración de la dama. Es imposible de creer que ella no sepa a a qué va a un hotel después que él la ha invitado a salir tres veces (al cine, a bailar, a cenar algo con una copa) y ahora desee recuperar su inversión financiero con especies carnales. El experimentado Don Juan sabe perfectamente donde está el punto G de ella, la ha estudiado, y salvo algunas inteligentes y respondonas que hay, de hecho,  cuando él les diga "vayámonos a descansar un rato, mi amor, a estirarnos en un sitio más tranquilo, donde no haya tanta gente... te juro que si no deseas que pase nada, no pasará, te respetaré hasta que estés lista", el 90% de ellas lo seguirá como una zombie hambrienta de cerebros vivos.


Y si aún hay alguna resistencia en la cama, por miedo, vergüenza, pudor, o porque las amigas le dijeron que era mejor hacerse un poquito la difícil, todo reparo se evaporará cuando él, sosteniéndola tierna pero seguramente, acerca su boca al punto G de ella, y con voz varonil, aunque quebrada estudiadamente para dar énfasis de excitada pasión, le susurre: "Déjate llevar, mi vida, déjate llevar".... Y listo, orgasmo inevitable hasta con repetición para ella, y gol para el campeón.


En fin, la lista es larguísima. Así que seguiremos. El deportista, que sólo piensa en los partidos del domingo y las chelas con los amigos; el “señor feudal”, que llega del trabajo y espera sus pantuflas bajo el sillón, su wiscacho, cuba libre o cervecita en el vaso, la cena calentando, la mujer atendiéndolo como se merece por ser el proveedor de las comodidades, la ropa para ir a la oficina al día siguiente planchadita y colgada, y los hijos durmiendo o idiotizados con la computadora o el TV para que no lo jodan. También está el mantenido, que nunca encuentra trabajo digno de él porque gracias a Dios es “mejor y diferente” y a que tiene una familia o una mujer que sí se saca la mugre para que él pueda seguir gozando de comodidades mientras le llega la “gran oportunidad”


Otra clase imposible de dejar de reseñar es el pisado, espécimen casi en extinción, pero del que aún quedan algunos estúpidos remanentes transitando por ahí para oprobio del género masculino. A estos las mujeres (esposas, suegras, hijas y hasta amantes) los dominan, les gritan, les pegan con lo que encuentren a mano, no necesariamente porque se hayan portado mal, sino porque dieron el hándicap una vez y la susodicha se acostumbró a tratarlo así, y él no tiene la valentía de contradecirla así ella diga que uno de los Beatles se llamaba Juan Pérez o que la villana del film "Atracción Fatal" le parece tan adorable como a nosotros (en nuestro fuero interno, por seguridad propia), la despampanante Monica Bellucci.

Figura en la relación también el turista, que llega a casa cuando quiere y a la hora que quiere, merced a sus muchos compromisos sociales, y casi siempre (digamos en un 90% de las veces) por instinto de orientación, ya que ha bebido tanto que lo único que quiere es orinar, dormir la mona, o si es un sediento de campeonato, sacar más plata para volver a mandarse mudar.

Si la mujer se hace la dormida, bien gracias, porque le ha tocado una fémina comprensiva para con el ejercicio liberador de tensiones que significa llegar a la tercera o cuarta caja de cervezas y soltar el “yo te estimo”, que cura psicológicamente cualquier neurosis de soledad, y que hasta el mismísimo Cristo practicaba, pues como un colega me recuerda, cuando se acababa el dinero echaba mano de algún milagrito para seguir con la juerga. Pero si la dama es de las reclamonas, podríamos estar ad portas de una batalla campal.

Finalmente, para abreviar, pese a que existen muchísimas más clases y categorías de hombres, se encuentra el loco pegalón. Temido y odiado por las mujeres, aunque muchas de ellas no reúnen el valor necesario para alejarse de esta bestia, este tipo de hombre (al que no se puede llamar “Varón”) todo lo ve golpe porque así le enseñaron desde chiquito. Las diferencias se arreglan a puñetazos y patadas, y el mejor argumento para imponer su punto de vista, muchas veces equivocado, es el grito destemplado y amenazante, o la cachetada o paliza que le propinan a sus sufridas cónyuges. Algunos terminan presos o asesinados mientras duermen por esa misma mujer a la que martirizaron durante años. Son los llamados “crímenes pasionales”. Pero son pocos casos, la mayoría anda suelto, buscando nuevas víctimas.

El siguiente texto de Arturo Torrecillas, revela grandes verdades. Muchos hombres se sentirán reflejados en él, y muchas mujeres entenderán mejor cómo pensamos quienes pasamos ya la barrera del medio siglo:  "Un hombre maduro no es el que ha vivido 'n' cantidad de años; es aquel que ha acumulado suficiente experiencia, como para saber exactamente lo que quiere, un hombre maduro no utiliza técnicas de conquista, el es la técnica. Un hombre de éste calibre, no cuestionara tu pasado, pues el también tiene su historia y es lo suficientemente seguro, como para saber, que lo que importa es vivir el presente, aunque esperará de ti, la misma lealtad que el está dándote. Un hombre maduro se conoce tan bien, que no anda con rodeos y va directo al grano, pues la vida le ha enseñado que las cosas importantes no hay que postergarlas.
A un hombre maduro no le importa sólo el físico, pues para llamar su atención, hay cosas que el valora mucho más.
El hombre maduro no "coge",el hace, del amor, un arte:
se tomará su tiempo, para que te sientas cómoda, tal como un gato se deleita con su presa, antes de acabar con ella; un hombre maduro te admirará, recorrerá con su mente, sus ojos y sus manos, tu cuerpo; apoderándose de tu pensamiento, de tu Lujuria y de tu corazón, hasta que supliques que te haga suya.
Un hombre maduro paladeará y degustará cada milímetro de tu anatomía, será el amante que jamás imaginaste tener.
Un hombre maduro, no es para una "urgida" si me permiten la expresión, por que él, se tomará su tiempo para hacerte arder de deseo, no te embestirá como una fiera; el permitirá que tu marques la pauta Y si tu deseo es ser salvajemente poseída, ten por seguro que él sabrá leerte.
El sabe perfectamente, que la lengua, jamás se ha de usar, para hablar de una mujer; entiende como nadie, dónde, cómo y cuándo se utiliza, para hacerla vibrar y temblar de deseo.
Un hombre maduro, para cuando te penetre, ya te habrá hecho mojar más de una vez.
Un hombre maduro no te prometerá la luna y las estrellas, te dirá: "te quiero en mi vida" o te dirá; "quiero volver a verte, si entiendes lo que quiero decir" y no tendrá empacho en amanecer a tu lado, pues es completamente dueño de sus actos.
Un hombre maduro no te ofrecerá nunca algo que no esté en condiciones de cumplir, un hombre así, si te quiere para su vida, te lo dirá de una; si quiere algo sin compromiso, serás la primera en saberlo.
Un hombre maduro no necesita pedir nada a nadie, es autosuficiente y sabrá halagar a su compañera, y no la privará de sus gustos; él sabe perfectamente cómo debe tratarse a una mujer, y ella se sentirá cómoda y segura con él.
Un hombre maduro, definitivamente es un bocado no apto para cualquier paladar."


En suma, ser hombre es un cúmulo de defectos pero también de virtudes. Uno puede ser sincero, cariñoso, inteligente, responsable, trabajador, fiel y atento (no es una reseña autobiográfica, pues la modestia me lo impide, pero se acerca bastante), pero algún defecto le encontrará la mujer para fregarlo porque, o quiere que se parezca o sufre por no poder tener a los galanes de las telenovelas con las que pierde el tiempo todo el santo día y también la noche, si es que no trabaja.

En los tiempos actuales,el varón incluso puede ser más interesante, evitar ser descartado, extender su vida útil (sexualmente hablando) ya que es posible prolongar el placer que puede ofrecer a la fémina, como no se había logrado antes en centurias. Gracias al sildenafilo (componente de la salvadora pastillita azul conocida como Viagra o Cialis) aquello de que "el hombre hasta que puede, y la mujer hasta que quiere" ha pasado a ser historia, cuento chino, periódico de ayer, como muchos varones de más de 70 años (y sus parejas) agradecen ahora con lágrimas en los ojos.


Ha quedado demostrado que no es necesario tener la pinta de Brad Pitt, Javier Bardem o George Clooney, los músculos de Schwarzenneger o el increíble Hulk, la voz aterciopelada de Camilo Sesto o profunda de Barry White, la plata de Bill Gates o Hugh Hefner, o el meneo sensualón del que hacían gala Elvis y el argentino Sandro, para ser un Hombre con H mayúscula. El hombre puede ser romántico, discreto, sensible, amoroso, preocupado por su familia, trabajador de sol a sol y tan buen cocinero como la que más….Sólo es cuestión de que la mujer lo sepa valorar, comprender, amar, tener paciencia, y darle de cuando en cuando sus gustitos sin parecer sumisa.


Capítulo 3
Ser mujer es…

Desde los tiempos de las cavernas a los que nos referimos en el primer capítulo, y una vez que se identificó a los machos de las hembras, se estableció una regla: El hombre salía de la cueva a buscar el sustento diario (como no se había inventado aún otra cosa,
la monogamia, pero ésta ya se iba instalando en la mentalidad de los antiguos moradores del planeta, se disculpaba una que otra canita al aire), y la mujer se quedaba al cuidado de los hijos, la limpieza de la pétrea morada (que iba decorando con huesitos de terodáctilo o pintando en los muros escenas cotidianas) y a desarrollar una nueva forma de atender sus necesidades de subsistencia: la agricultura.

Sí, la siembra de raíces y pepitas hizo florecer algunos artículos que fueron sirviendo para la alimentación y para aromatizar o dar sabor a la carne que trasladaban los machos desde los lugares de caza. Al inventarse el fuego, nació la cocina. Y al haber cocina, se hizo imprescindible la labor de preparar la comida. Y fue ella quien se hizo cargo.
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Esta distribución del trabajo ocasionó, desde luego, algunos estereotipos, y fue así como por los siglos venideros se hizo patente la regla no escrita que los hombres tomaban las decisiones políticas y las mujeres eran las encargadas de ejecutarlas, hasta donde podían. Y así nacieron las llamadas “labores propias de su sexo”: parir, cuidar a los críos (desde lavarlos, darles de comer y hacerlos dormir, hasta prepararlos para ser machos cazadores o amitas de cueva), cocinar, limpiar, decir “sí” a todo, etc. 

Conforme fueron pasando los siglos, la lista aumentó a lavar la ropa, fregar los platos (y el descanso bien ganado del macho), coser, bordar, chismear con las amigas y vecinas, devorarse años enteros de telenovelas…y para las “damas de sociedad” ir a clases de piano, de tenis, de danza o de decoración de interiores, a misa los domingos, de compras, y a tomar el té o a un “shower” con las amigas.


Así como el hombre evolucionó (o involucionó según afirma su más artero enemigo…sí, adivinaron: la mujer), también ésta lo hizo. Hay muchísimas categorías de féminas, y detallaremos algunas como hicimos en el capítulo dedicado al hombre, para ser justos y en aras de quitarle las legañas de los ojos a quienes (hombres y mujeres) se han tragado el cuento bíblico de que la creación del ser humano en sus dos géneros es perfecta y no perfectible.

Existe la mujer femenina y la mujer amachada. La primera siempre tendrá una expresión dulce y simpática aunque las cosas no le salgan bien, incluyendo la elección de su pareja…ahí tienen a Doris Day, y los edulcorados personajes que siempre interpretó en el cine, para citar un ejemplo. La segunda siempre estará buscando revancha con el otro género, al que considera opuesto y no complementario, pues no soporta la idea de que su tataratataratatarabisabuela saliera de la costilla del macho y no al revés. Será competitiva hasta el desagrado, pleitista a más no poder, y si la dejan, una vengadora feminista en potencia que, si tiene poder, Dios nos coja confesados. Los personajes a los que dio vida Bette Davis en el ecran, o Eliane Karp en versión nacional y Margaret Thatcher en la internacional, son ejemplos claros.

Está la diosa erótica. Vive para provocar coquetamente la libido masculina, como Marilyn Monroe y las subsecuentes generaciones de vedettes que inundaron el mundo después de los 60, sean rubias, platinadas, morenas, latinas u orientales. Promete con la mirada y los movimientos, pero en el fondo sólo siente placer en el ser admirada, en saber que tiene los hombres rendidos a sus pies, pero no se siente bien ajustándose a las reglas de la responsabilidad que exige el compromiso. En una palabra, y siendo totalmente honesto y descarnado, tendría que ser calificada como “calientahuevos”. Milan Kundera define la coquetería como "promesa de coito sin garantía". La mujer nace sabiendo esto.

Existe también la conservadora, cucufata o reprimida, con sus lentes de medida, el moño en el pelo, la falda casi hasta los tobillos, y la vocecita tímida…Es la que no se pierde una misa de los domingos, se sabe todas las canciones del rito, y al mismo tiempo cree en los horóscopos, en los test dominicales, y en que embarrándose la cara con palta, chocolate o desenterrados fósiles de caca de pelícano, será bella….Aunque, cuidado, las aguas mansas no siempre son lo que parecen. Tanta abstinencia termina convirtiendo a algunas en unas bombas de tiempo, y una vez que agarran viada en la cama con un sujeto eléctrico, no las para nadie.

También hay la indecisa, le gusta un hombre, pero le dice que no a sus avances. Espera que la saquen a bailar en la fiesta o que la inauguren como si fueran un monumento, dando largas a lo que en su fuero interno desea y clama a gritos. No tiene iniciativa, o le parece poco femenino tenerla. Primero la despellejan porque la abuelita, la mamá sobre protectora, la tía solterona, y la monga, digo... monja, del colegio le dijeron que hacerse la difícil era una virtud, y peor aún, que una mujer que disfruta el sexo es una puta.


Muchas de estas mujeres que le dan largas a algo tan natural como el buen sexo, porque quieren complicarlo con una serie de promesas a futuro, cuando son dos cosas distintas, se andan quejando después que el hombre se aburrió y buscó la adrenalina de la pasión en otro lado, y justifica con mil pretextos su absurdo miedo a ponerse delante de un hombre que la aloca y decírselo sin pelos en la lengua ("es que si sabe que me gusta se aprovechará") ¿Y si miran con sinceridad en su fuero interno y admiten que eso es lo que están deseando?. Con satisfacer el deseo carnal ¿se pierde algo? ¿Si hay cuidado de no embarazo, que tiene de malo disfrutarlo al máximo? ¿Acaso el hombre es el único que "gana", que lo siente rico, que se satisface? ¿Ella no? ¿No es mejor tenerlo que no tenerlo, paladearlo  con fruición intensamente aunque sea efímero, o precisamente porque lo es?.


En el plano de los quehaceres domésticos o el mundo laboral, hay la luchadora y la trepadora. La primera será hacendosa, querrá demostrar que vale tanto o más que un hombre en determinadas circunstancias (muchas de ellas han sido pioneras en diversos campos científicos o artísticos). Sin dejar de lado sus deberes como madre, hija o esposa, desarrollará tareas, y lo hará bien. Serán liberadas, osadas, auto suficientes, todo lo cual es muestra de inteligencia, y eso atrae tanto o más a un hombre de verdad que el puro atractivo físico.

La segunda, confundiendo el ser práctica con el ser fácil, engatusará al superior para obtener beneficios económicos, sociales o de estatus marital (y si esto no se puede, se conformará con ser la querida). En el fondo es una ociosa, acostumbrada a tener de todo o siempre lo mejor sin que le cueste el sudor de sus axilas, sólo porque “la mujer se lo merece todo”. Conformista y abusiva, ésta fémina se creará una imagen de “inalcanzable aunque quien sabe”….Prometerá sin decirlo abiertamente, sólo con pícaras miradas y astutas sonrisas, intensos placeres si se siente cómoda. En un plano parecido, sin ser el mismo, está la convenida, que se amarra a un hombre, así ella tenga veintitantos y él pase la barrera de la jubilación, sólo porque le conviene de alguna manera.

Existe la mujer celosa al extremo, que revisa la billetera, agenda telefónica, correos electrónicos y rincones más profundos de los bolsillos para encontrar evidencias, indicios, pruebas o pretextos con los que pretender acorralar al hombre…También hay la indiferente, a la que no le importa un pito donde anda el marido, con quién, haciendo qué, y hasta qué hora….Esta es sospechosa, pues pudiera ser que haya encontrado entretenimiento sexual en otra cama. Tanto una como la otra se inscriben dentro del ya famoso dicho: “Mujer que no jode…es hombre”... o está con otro.

Cuidado además con la vengadora. Si se ha sentido rechazada, utilizada, ninguneada, burlada, y lo que es peor, engañada, se convertirá en la peor pesadilla del hombre. No parará hasta destruirlo: sentimental, social, económica y hasta físicamente de ser posible, y saliiéndose con la suya muchas veces, sin que les pase nada. Una mujer despechada o harta de soportar agresiones o humillaciones es una bruja maldita. Huya, no lleve consigo más lo que tiene puesto, o corre el riesgo de conocer a San Pedro (o a Satanás) ese mismo día.




Sí, porque en el caso de las mujeres y sin pretender ser peyorativo o machista, existen dos clases de locura. Hay las locas de la azotea y las locas del sótano. Las primeras tienen un tornillo zafado, fruto quizás de la agresión infantil o en otros momentos de su vida, que las ha traumado y no pueden ser felices porque no saben cómo. Las segundas, son aquellas para las que el placer sexual lo es todo, pues consideran que tener un hombre (o varios) entre sus piernas les confiere cierto poder…Y no se equivocan.

Existe, de otro lado, la arrasadora. Se hace la cojuda pero mira al papá de sus amigas, si es viudo divorciado y está cargado de billetes, y se lanza sobre él. Igual con los hermanos, primos, cuñados (sean solteros o casados) y no respeta ni hijos o hasta maridos de sus congéneres. Sabe lo que quiere y lo conseguirá merced a ardides bien elaborados.


Desde tiempos antiguos las madres aspirantes a suegras inculcaron en las hijas el que se prepararan para ser doncellas casaderas. Las vistieron de tules y pedrerías para que gustaran al género masculino, y tuvieran la dicha de conocer al estúpido príncipe azul que se encargara de su manutención hasta el día de su muerte.

Si bien este mecanismo de supervivencia de la especie femenina fue un hecho natural e inocente al comienzo, se convirtió en moneda común con el tiempo, y andando los años, en mero mercadeo: Si el hombre quería a una mujer para hacerla suya en la cama primero había que cortejarla con regalos y luego pasar por el rito matrimonial con todas las obligaciones que esto conlleva.  Resultado: El patrimonio es un conjunto de bienes y el matrimonio es un conjunto de males, sobre todo cuando es por conveniencia o interés financiero.

El 99% de las mujeres afirman que el hombre es mentiroso, y andan cantando la canción de Olga Tañón que tiene esa letra. Una muestra más de que la cacareada intuición femenina es puro cuento, no sirve para nada. No se puede generalizar cuando de hombres se trata, eso de por sí ya es un error. ¿La mujer no miente?. Ellas inventaron la argucia de ocultar las cosas o de decir absolutamente lo contrario de lo que quieren.

¿O no? Que levante la mano o tire la primera piedra la mujer que no inventó una jaqueca para no compartir con su marido una salida, o un programa de TV que él quería ver, o una noche de sexo, y encima se las arregló para que él se sienta culpable. 


¿No es cierto que cuando un hombre las ve raras y les pregunta que les pasa, ellas inmediatamente dicen "Nada" cuando es evidente que les pasa de todo? ¿No es cierto que si quedas en recogerla a una hora o en encontrarse en un determinado lugar, siempre se las arreglarán para llegar tarde así tengan reloj en la muñeca y también la hora en el celular? ¿No las ve uno dándose besitos y halagos con sus amigas, diciéndose lo regias que se ven, para a los 5 minutos hablar pestes a espaldas de ellas por celos, envidia o sabe Dios que?


Todas son románticas y comprensivas al comienzo, y se juntan con las amigas para compartir y comparar las proezas acrobáticas maritales que las llevaron al éxtasis….pasados unos años ya no soportan al marido y si se reúnen con su banda de amigas es para despellejar viva la memoria de su sufrido consorte, al que le arden las orejas debido al raje...y encima el pobre tiene que soportar que los maridos de sus amigas le reenvíen los correos electrónicos que entre ellas se pasan, con definiciones tan espeluznantes como irrespetuosas como en el ejemplo que sigue:


 Una mujer cuando se enamora entra a formar parte
de la sociedad protectora de animales ¿¿porque??: empieza a querer a una
rata, a cuidar a una paloma, a engordar a un puerco, a abrazar un oso, a
pelear con un burro y a llorar por un perro..!!” ¡¡¡Habráse visto!!!

¿A que conduce esto? A que los hombres se venguen pasándose también cositas como esta:


¿Porque los hombres prefieren perros y no esposas? Los perros no se dan cuenta si los llamas por otro nombre. A los perros les gusta que dejes muchas cosas tiradas en el piso. Los perros están de acuerdo en que debes levantar la voz para dejar en claro tu punto de vista. Nunca tienes que esperar a que se maquille el perro, ellos están listos las 24 horas del día. Los perros encuentran divertido cuando tu llegas ebrio…A los perros les gusta ir de cacería o de pesca. Si un perro tiene bebés los puedes anunciar en el periódico y regalarlos. Si un perro detecta el olor de otro perro en ti no se enfada, solo piensa que es interesante. Y por último, pero ciertamente no menos importante: Si el perro te deja, no se lleva la mitad de tus cosas.
Test Final: Encierra a tu esposa y a tu perro en el maletero de tu coche por una hora. Después abre el maletero y observa quien está más feliz de verte”.

Finalmente: Una vez la mujer se convierte en madre puede optar por dos caminos: educar adecuadamente a la prole o malcriarla. Hay mil y un estudios al respecto que desnudan a la madre sobre protectora y consentidora, y la diferencian de aquella que sabe lo que cuesta ganarse los frijoles y se convierten en la mejor influencia de sus hijos para que no terminen siendo alguno de los ejemplos de hombres y mujeres que mencionamos líneas arriba.

Capítulo 4
Cuando ellos y ellas se unen

Mariposas en el estómago, pajaritos trinando en nuestro cerebro, cara de baboso(a) y ceguera incurable para todo lo que no sea virtud, son algunos de los raros síntomas del enamoramiento entre un hombre y una mujer (y quizás también entre hombres con hombres, y mujeres con mujeres, pero no me consta por experiencia propia, por eso no lo aseguro).


La colisión resultante de este encuentro puede ser maravillosa (más al comienzo de la relación, aunque algunos afirman que en la despedida de uno de ellos en su lecho de muerte también se escuchan arpegios y bordones anunciando la esperada libertad) y en algunos casos explosiva, y causar más problemas que una biblioteca de libros de álgebra.

Del odio al amor hay sólo un paso, es uno de los refranes de uso común para explicar cómo dos personas que cuando se conocieron se cayeron tan mal como un pescado al vapor aderezado con huevo pasado, pellejo de cerdo y tomate al limón lavado en leche, terminan uniendo sus vidas en virtud a no sabemos qué mecanismos cerebrales y cardíacos.

Muchos de los chistes de parejas disparejas que circulan por Internet tienen un trasfondo de descarnada verdad. Sería bueno leerlos, reírnos con ellos, pero al mismo tiempo analizarnos como personas y como componentes de la ecuación conyugal que somos:

“Mi mujer y yo estábamos sentados en la mesa de un bar, yo me estaba fijando en una chica borracha que estaba sola en una mesa próxima, y que balanceaba su copa. Mi mujer preguntó:
-¿La conoces? -Sí, -dije yo. -Ella es una antigua novia mía... Sé que empezó a beber después de separarnos, hace ya bastantes años y, por lo que sé, nunca más ha vuelto a estar sobria.
-¡Dios mío!, -dijo mi mujer-, nunca pensé que alguien pudiese celebrar algo durante tanto tiempo
.


O este otro, para balancear las cosas:


“La mujer está desnuda, mirándose en el espejo de la habitación. No está feliz con lo que ve y dice al marido: -Me siento horrible; parezco vieja, gorda y fea. Realmente preciso de un elogio tuyo. El marido responde: -De la vista estás perfecta”

O, para finalizar, esta historia, que es sencillamente genial:

"Nunca había entendido porqué las necesidades sexuales de los hombres y las mujeres son tan diferentes entre si. Nunca había entendido todas esas idioteces de que las mujeres son de Venus y Los hombres de Marte. Y nunca había entendido porqué los hombres piensan con la cabeza y las mujeres con el corazón. Pero... Una noche, mi esposa y yo nos fuimos a la cama.  
Y bueno, empezamos a acariciarnos, el inevitable agarre de aquí y allá, el  trasero, etc. La cuestión era que ya estaba listo y en ese momento, me  dice:
"Ahora no tengo ganas mi amor. Tan sólo quiero que me abraces"  Y me lo dice con una cara de cínica...Yo  dije: ¿QUEEEEEEEE?????' Entonces me dijo las palabras mágicas de toda  mujer:
"No puedes por una vez en tu vida, conectarte con mis necesidades emocionales como  mujer'. ¡A LA MIERDA!  Al final, el asunto era que esa noche no iba a  haber sexo, guardé  los aceites afrodisíacos, apagué las velas y el  CD de Alejandro Sanz (en ese momento casi siempre funciona), guardé la champaña y demás. ! Che’ su mare! Me di un duchazo con agua helada a ver si podía calmar a la 'bestia' y me puse a ver 'Discovery'. Después de un rato me quedé dormido.
Al día siguiente fuimos de compras al Mall, entramos a una tienda. Me fui a ver relojes mientras ella se probaba tres modelitos carísimos. Como mi  mujer al fin no podía decidirse por uno u otro, le dije que se llevara los  tres.
Entonces me dijo que necesitaba unos zapatos que le hicieran  juego. A $39.99 el par, le contesté que me parecía bien. Luego  fuimos a la sección de ropa sport, de donde salimos con unas Zapatillas Nike y una Bolsa Luis Vuiton o alguna huevada de ésas. ¡Ella estaba tan  emocionada!
Yo creo que ella pensaba que me había vuelto loco, pero de todas maneras se veía contenta. Pienso que me estaba poniendo a prueba cuando me pidió una faldita muy corta de esas para jugar tenis. Entró en 'shock' cuando le dije: ¡Cómprate todo lo que  quieras! ¡Ella estaba excitada casi sexualmente después de todo esto! Y entonces dijo la palabra mágica de toda mujer: “Vamos papito lindo, vamos a la caja a  pagar”. Fue aquí cuando, de repente faltando solo una persona para pagar le dije: 'No. mi amor, creo que ahora no tengo ganas de comprar todo esto'...
De verdad, ojala le hubieran visto la cara, se quedó pálida  cuando le dije:
'Tan solo quiero que me abraces'.Empezó a poner cara de  que se iba a desmayar, se le paralizó la parte izquierda del cuerpo, le dio un  tic nervioso en el ojo derecho y le dije:
'No puedes por una vez en tu vida, conectarte con mis  necesidades financieras como hombre'.

Desde hace dos días que duermo  en el living, pero, ¡PUTA QUE ME SENTÍ TAN BIEN!”


Si hay algo que ambas partes de la ecuación deben entender, y metérselo en el fondo de la conciencia, es que el hombre jamas pensará como mujer, y ella jamás pensará como él. Pero pueden comprender el punto de vista del otro, poniéndose figurativa y empáticamente en sus zapatos, para darse cuenta del porqué de determinadas reacciones, y evitar los conflictos. Walter Riso y Pilar Sordo, dos expertos en estos temas, son muy buenos ejemplos de ello. Riso entiende a las mujeres sin dejar de ser hombre, Sordo vapulea mucho a sus congéneres por engreírse demasiado y joder tanto al varón, y no por eso deja de ser una mujer.

Desaferrarse, soltar es la clave. Aún dentro de una relación. La confianza y el espacio de libertad que le damos a quien amamos, es VITAL para que esa persona regrese a nuestro lado en unas horas, extrañándonos ,o queriendo compartir con nosotros lo que fue su día. Más si lo (la) atosigamos todo el día con llamadas, mensajes, timbradas, mostrando un exceso de control, estamos cavando la tumba de la relación de pareja.

La mujer debe entender que hace mal reteniendo. Está mal acostumbrada.  Quiere retener al marido y que no salga a ver o jugar un partido con sus amigos y tomarse unas cervecitas, pero ella sí quiere ir de tiendas o a la reunión con sus amigas... quiere retener a los hijos, a los que no permite irse de la casa así ya trabajen años, tengan mujer o marido y hasta sus propios críos... retiene malos humores, palabras supuestamente hirientes, recuerdos funestos, fechas de aniversarios, de todo... hasta grasas y líquidos. El hombre más bien está acostumbrado a soltar, a desapegarse fácilmente de todo eso, a no darle más que un mínimo espacio en su cerebro, mientras que para ella lo es TODO. 

Hasta sexualmente hablando, el hombre suelta, eyacula... la mujer retiene, embriona... pero o aprende a ser más práctica, o no será feliz ni hará feliz a su marido. Las diferencias que hay entre los dos no significan ruptura, posiciones irreductibles. Complementarse en base al diálogo es la clave. Si ya sabemos que él tiene una permanente urgencia por eyacular, y eso es absolutamente normal o no sería hombre, ella debe aprender a liberar también su sexualidad, no reprimirla ni pasmarla. La arrechura, dicho sin pelos en la lengua, no es para endiosarla, magnificarla, ritualizarla, sublimarla, pues en vez de obtener un espectacular orgasmo, lo que tendrán es una raya más en el tigre de sus frustraciones, y se lo habrán buscado solitas.

Hay, sin embargo, millones de ejemplos de parejas que han llevado una buena vida en común, y que son ejemplo publicitario en pro del matrimonio o la convivencia, en contraposición con los también millones de sociedades conyugales que han terminado en divorcio, abandono o hasta asesinato. Esto último ocurre por no soltar, por aferrarse a lo que ya no es. Una frase muy cierta que refleja que el amor no puede estar divorciado de la dignidad, pues primero debe ser el amor propio, dice que el hombre (o la mujer) que nos rompió el corazón, no tiene ni tendrá jamás la capacidad para repararlo.

Lo cierto es que desde que el mundo es mundo, y seguramente hasta el mismísimo día en que deje de girar por el espacio, merced a algún cataclismo que los agoreros religiosos no se cansan de decirnos que será por castigo divino, los hombres y las mujeres se han visto y se verán impelidos por un instinto natural, llamado en muchos casos amor ( y en otros, atracción, afinidad, o simple enchuchamiento) a emparejarse, más que por motivos meramente reproductivos para la supervivencia de la especie, por la razón que el ser humano no ha nacido para estar sólo, sino que precisa de una compañía afín o divergente con quien comunicarse y, porque no, enrumbar juntos hacia un destino armonioso y feliz.




Epílogo
En resumidas cuentas, y para terminar, sería bueno tomar en cuenta las excelentes definiciones que sobre el amor de pareja expresara el escritor Milan Kundera en su inmortal obra “La Insoportable Levedad del Ser”: “El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien (este deseo se produce en relación con una cantidad innumerable de mujeres), sino en el deseo de dormir junto a alguien (este deseo se produce en relación con una única mujer)”. O,“Así es el momento en que nace el amor: la mujer no puede resistirse a la voz que llama a su alma asustada; el hombre no puede resistirse a la mujer cuya alma es sensible a su voz”.

Entonces, queridos lectores y lectoras, prepárense a amar y a sufrir, a ser indispensable por un tiempo y luego, quizás, prescindibles, a ser considerados(as) irresistibles para una persona y tal vez, en algún momento, a ser insoportables para ella misma. Aún con todo, como desde la época de nuestros peludos tataratataratatarabuelos, el descubrimiento de la pareja marca un hito en nuestra vida, y quiérase o no, es un elemento que conducido también con inteligencia, puede hacer mucho más agradable nuestro paso por este mundo.

1 comentario:

  1. interesante punto de vista, amena lectura, ambos hombres y mujeres somos tan distintos y parecidos a la vez, llenos de virtudes e imperfecciones digno cada cual del complemento elegido a libre albedrio

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